Las bibliotecas escolares digitales ven pasar el tren de la lectura en pandemia

Manuel tiene 13 años y el próximo libro que tiene que leer para su clase de literatura es uno de Carlos Ruiz Zafón. Su padre ha ido a quejarse al director del instituto madrileño al que asiste porque al recomendárselo, el profesor lo ha distribuido a través de PDFs a los alumnos que no lo tenían. Son copias piratas. “Incluso tienen errores de ortografía”, dice. El padre ha pedido mantener su identidad, la del profesor, y la del centro educativo en el anonimato, porque dice que “no se trata de criminalizar a profesores que promueven la lectura o a estudiantes que no puedan comprar los libros”, pero sí de manifestar que tienen que buscarse procedimientos que respeten el trabajo de los autores. 

¿Qué recursos tiene un docente que quiere recomendar libros a sus alumnos, fuera de los libros de texto? La ley dice que todos los centros educativos tienen que tener una biblioteca escolar, como nos recuerdan desde el Ministerio de Educación, aunque después cada comunidad autónoma gestiona el funcionamiento de esas bibliotecas y pueden optar por recursos digitales. 

Al igual que todos los profesores consultados, Eduardo, profesor de instituto en la Comunidad Valenciana, recomienda a sus alumnos lecturas trimestrales además de los libros de texto. En su caso, como mínimo, uno por trimestre, unos tres por curso. Cuando recomienda un libro en clase, los recursos que hay en la biblioteca de su centro no llegan a la totalidad de los alumnos, en ningún caso. Que lo puedan comprar o no depende de la capacidad económica de la familia, dice, y en esto también todos coinciden. 

Este profesor valenciano dice que intenta coordinarse con la biblioteca pública del pueblo, a donde se pasa una lista de los libros que se van a recomendar para que se puedan dotar de los libros. Su instituto no tiene una biblioteca escolar digital. 

Tampoco la hay en el instituto público en el que da clase Berna, en Asturias. Este profesor de literatura dice que para cultura o libros siempre hay menos presupuesto que para otros departamentos, y que los recursos actuales son “muy insuficientes”. Ya no les pide a sus alumnos que compren libros por su precio, aunque hace años lo hacía.

Sus alumnos obtienen los libros a través de préstamos de la biblioteca escolar, donde se suelen comprar unos 15 ejemplares por curso. Dice que a veces se utilizan copias descargadas de internet, “porque es más barato y otras porque sólo se consiguen digitalmente, como por ejemplo El chico de la última fila de Juan Mayorga, texto obligatorio en 2do. de bachiller y en EVAU en Asturias”. 

Durante la pandemia hubo un gran salto de digitalización. Los estudios sobre consumo de contenidos digitales de las primeras semanas de confinamiento y restricciones revelan que los usuarios se volcaron a los productos culturales que podían ser consumidos a través de plataformas digitales, y los libros electrónicos no fueron una excepción. 


Digitalización
La pandemia que nos volcó a las redes

La venta de libros en formato digital en lengua española tuvo un incremento de 37% a nivel mundial y de 43% en España en relación al año anterior, según el Informe Anual del Libro Digital realizado por Libranda.

La cuota digital en España alcanzó el 7,3% en 2020, pero el informe indica que cuando se trata de las grandes novedades esta cifra oscila entre el 15 y el 25% e incluso algún título llega a leerse en formato digital en un 40% de las ocasiones. El peso del mercado recae principalmente en las plataformas internacionales -Amazon, Apple, Google- que acumulan una cuota del 77,8% y un crecimiento del 35,5% en 2020. 

El Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2020, además de mayores consumos de lectura en general, mostró también un aumento del uso de dispositivos electrónicos para esta actividad: el 30,3% de los mayores de 14 años en 2020 asegura leer en formato electrónico al menos una vez al trimestre, mientras que en 2012 suponía el 11,7%.

El consumo de libros digitales también ha aumentado en los registros de libros descargados ilegalmente, por encima de otros formatos que en otros años eran los más descargados: vídeos o música. El último informe del Observatorio de la piratería y hábitos de consumo de contenidos digitales 2020 señala que la industria del libro es la más afectada durante 2020, con un porcentaje de individuos que realizan accesos ilícitos del 33%. El informe también indica que la piratería experimenta un descenso en cifras absolutas, con una caída anual del 7%. 

Bibliotecas escolares digitales: el ebook en las escuelas

En los centros educativos de España la situación es diferente: a pesar de los elevados índices de conectividad y alfabetización digital entre los jóvenes, los números de centros que ofrecen este tipo de servicio a sus estudiantes son bajos. 

Las estadísticas que tiene el Ministerio de Educación señalan que sólo un 12,8% de los centros educativos escolares ofrece préstamo digital de libros u otros documentos electrónicos a sus alumnos. Es importante tener en cuenta a estos «otros documentos» incluidos en la estadística, porque aunque todas las CC.AA. presentan un porcentaje, esto no quiere decir que todas tengan servicio de préstamo digital de libros.

Extremadura y Galicia son las comunidades con porcentaje más alto, con un 33,9% y un 24,8% respectivamente, mientras que La Rioja y Madrid se encuentran entre las comunidades con menor porcentaje de préstamo digital en sus escuelas, con un 7,8 y un 5,4% respectivos. El último estudio no recoge datos de Euskadi. https://datawrapper.dwcdn.net/J5vbl/1/

Estos son porcentajes de centros que ofrecen este servicio, no porcentajes de uso. El informe desglosa por tipo de centro: públicos -donde se incluyen los concertados, por contar con fondos públicos- o privados. La subdirección de Cooperación Territorial del Ministerio de Educación es la que tiene el grupo de trabajo de las bibliotecas escolares con las CCAA, y trabajan en colaboración para sacar esta estadística, que es el instrumento que tienen para obtener información sobre las necesidades de las bibliotecas. 

“Cuando apareció la pandemia y los centros escolares tuvieron que cerrar, las comunidades autónomas que ya contaban con bibliotecas escolares digitales tuvieron un recurso magnífico para que los chicos y chicas siguieran leyendo, atendidos por un profesor. Eso fue extraordinario, y se ha visto que tenemos que tender hacia ello”, dicen fuentes del Ministerio, que sin embargo reconocen que “hay un proceso hacia la digitalización y es lento”. 

Desde allí nos explican que algunas comunidades autónomas invierten más en programas de bibliotecas escolares y toman decisiones sobre, por ejemplo, los préstamos de libro electrónico. Las CC.AA. que comenzaron primero con bibliotecas escolares digitales fueron Castilla y León y la región de Murcia, antes de la pandemia, mientras que Castilla-La Mancha estaba en proyecto piloto justo en 2019-2020. Galicia cuenta con un programa de bibliotecas escolares muy estable, muy afianzado, con diferentes líneas dentro del programa. 

El informe estadístico del curso 2019-2020 [PDF] indica en una de sus conclusiones que los fondos digitales se van incorporando de forma progresiva a las bibliotecas escolares, y el 16% de ellas disponen de libros electrónicos.

Madrid, el menor porcentaje de centros con libros digitales

Cristina es profesora de literatura en un instituto público de Las Tablas, un barrio en la zona norte de Madrid. Fuera de los libros de texto, se recomiendan tres lecturas obligatorias por curso, y otras seis optativas. En su zona los alumnos normalmente compran los libros, o sus padres se los adquieren. Hay alguno que recurre al préstamo, “pero no muchos porque en este barrio no hay biblioteca pública”. 

Ella recomienda los títulos nuevos por su cuenta, porque no tienen muchos fondos nuevos. “Tenemos una biblioteca pero se ha quedado bastante antigua”, dice y considera que los recursos son “claramente insuficientes”. La biblioteca escolar no está digitalizada, y ella no cree que lo esté a corto plazo. 

Según el informe de EducaBase por CCAA, Madrid es la comunidad con menor porcentaje de centros educativos que ofrecen préstamo digital de libros u otros documentos electrónicos a sus alumnos, con sólo un 5,4 %.

La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid consultada por Newtral.es no da datos ni estadísticas. Dicen que “el funcionamiento habitual de las bibliotecas escolares está gestionado por los propios centros”, y menciona el recurso online de la biblioteca digital Madread, una biblioteca virtual que se encuentra disponible para los centros que lo soliciten. https://datawrapper.dwcdn.net/fh712/1/

Bibliotecas virtuales y otras plataformas

Bibliotecas virtuales como la de Madread son otro de los recursos disponibles que tienen los centros educativos. Una vez que la CC.AA. o la administración central tiene en marcha el programa en cuestión, invierte en la plataforma y también en las licencias de los libros. Luego los centros educativos deben iniciar la gestión para utilizarlas y pedir accesos a sus alumnos y docentes. 

Madread “ayuda a los docentes a cumplir con los Planes Lectores diseñados por la Comunidad de Madrid para las diferentes edades y crear los suyos propios”, además del acceso que dan a los alumnos a “miles de contenidos en una gran variedad de formatos (libros, audiolibros, podcast, vídeos, películas)”, según señalan desde la Consejería de Educación de esta comunidad, sin dar tampoco cifras de uso de préstamo digital a alumnos. 

Desde el Ministerio de Cultura hay otra biblioteca digital que se puso en marcha en 2014: eBiblio, una iniciativa para dar servicio a las bibliotecas públicas. También tienen la página web leer.es, pero desde el Ministerio no hay una norma en este sentido. Lo que se dice es que el alumnado tiene que dedicar un tiempo de lectura diario. Pero el profesor o el centro puede acudir a estos recursos, o no. 

Otras plataformas de biblioteca escolar digital que cada administración financia son:

Eduardo es profesor de instituto en la Comunidad Valenciana. En conversación telefónica con Newtral cuenta que nunca le han ofrecido ningún tipo de plataforma para libros digitales para el aula, y al igual que los otros docentes consultados para este reportaje, también considera que los recursos que hay en la biblioteca no llegan a la totalidad de los alumnos “en ningún caso”. En su centro tampoco hay biblioteca digital escolar.

Alumnos confinados, ebooks y pandemia

Le pregunto a Eduardo qué ha pasado con su clase durante la crisis del coronavirus. “Ahí sí que puedes caer en la piratería, en buscar cambiar el título por otras lecturas más accesibles al alumnado”. Cree que el de las licencias para libros digitales es un camino que se debería explorar. 

Aunque la mayor parte de su alumnado compra el libro en papel, dice que algunos lo llevan en dispositivos de lectura digital. “Hay total libertad para que elijan”, explica y “tienes que ponerte un poco la venda para saber si ese libro está comprado o sacado de una web pirata, al final lo que te interesa es que lo lean”. 

Lamenta que en su centro el espacio de biblioteca se haya perdido por culpa de la pandemia. Al necesitar más espacio para aulas rigen las medidas que exigen más espacio entre alumnos, y la biblioteca fue uno de los espacios sacrificados. “La lectura sí que está asentada como dinámica como proceso de aprendizaje pero los inconvenientes son cada vez mayores”, dice. 

Fuentes